Itxaso Sasiain Villanueva

Psicóloga en Asociación Trabe

Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre y con el lema «La salud mental, un derecho necesario. Mañana puedes ser tú», es importante recordar el impacto que tienen las desigualdades y las violencias machistas en la salud mental de las mujeres.

Ser mujer es un factor de riesgo en lo que se refiere a la salud mental. No en vano las mujeres -tal y como recoge la Confederación de Salud Mental España- tenemos tres veces más riesgo de tener depresión y dos más de padecer ansiedad que los hombres.

La depresión de género es un conjunto de sufrimientos y malestares físicos y psicológicos que experimentan las mujeres cuando padecen una crisis de identidad de género

Algo que nos ayuda a explicar este fenómeno es el papel de subordinación y sobrecargas de las mujeres en la sociedad. Así lo muestra el dato de que tres de cada cuatro mujeres con problemas de salud mental ha sufrido violencia en el ámbito familiar y/o en la pareja.

Tal y como asevera Pilar Pascual (psicóloga) en relación a los malestares de género “La depresión de género no es una enfermedad mental ni biológica, sino un conjunto de sufrimientos y malestares físicos y psicológicos que experimentan las mujeres cuando padecen una crisis de identidad de género, por su forma de ser mujer. Estas depresiones pueden producirse por la acumulación de los efectos negativos en la salud de las microviolencias, por las contradicciones y frustraciones de practicar los múltiples roles y mandatos o por la vivencia de crisis vitales (ruptura de pareja, maternidades…) o como consecuencia de algún hecho traumático (abusos sexuales en la infancia, violencia de pareja…)”, que también señala que “En la actualidad, el malestar emocional de las mujeres está medicalizado. Las mujeres tienen un mayor número de prescripción de psicofármacos que los hombres”.

De forma sistemática y desde una intervención facultativa sesgada, se velan muchos cuadros de estrés postraumático que resultan de la exposición continuada a las violencias contra las mujeres

El impacto de género se puede así mismo registrar en los hombres tal y como aporta la psicóloga Cristina Masini Fernández “la imposición social al varón de sostenerse en una imagen de ‘sexo fuerte’ le dificulta reconocerse como enfermo en general y más si se trata de patología psíquica, que conlleva en el imaginario colectivo la idea de inferioridad o debilidad. Esto promueve que su padecer quede las más de las veces invisibilizado, le expone a un agravamiento de su patología, en definitiva, juega en su contra”.

Por otra parte, la psicóloga Cristina Rodríguez Calderón menciona las diferencias que existen en cuanto al diagnóstico en hombres y mujeres: “Numerosos estudios muestran cómo se prescriben más tratamientos ansiolíticos y antidepresivos a las mujeres y, en cambio, a los hombres se les realizan más pruebas físicas ante los mismos síntomas. Esto se debe a que hay una tendencia a pensar que el malestar de de la mujer es psicológico, mientras que el del hombre es de origen físico”. Así, de forma sistemática y desde una intervención facultativa sesgada, se velan muchos cuadros de estrés postraumático que resultan de la exposición continuada a las violencias contra las mujeres.

Además es de ley señalar la doble discriminación que sufren las mujeres que padecen salud mental, ya que el estigma viene asociado a palabras con connotación muy negativa como “loca”, “histérica”, “vaga” o “mala madre” entre otras.

Es imprescindible, por todo ello, poner el foco -desde la psiquiatría y la psicología- en las diferencias y desigualdades que nos cruzan como mujeres y hombres, incluir así a las mujeres en los estudios clínicos de los que han sido históricamente excluídas y visibilizar el impacto del patriarcado y las relaciones de poder que conlleva.

Es imprescindible defender nuestros recursos públicos y, en especial, la red de Espacios de Igualdad y la Red de Violencia en su labor en la incidencia en la salud emocional de las mujeres. Todo ello especialmente significativo tras este duro año que hemos atravesado post-pandemia y en el que es aún si cabe más importante visibilizar los malestares de género que generan la sobrecarga y la posición y rol social que nos son asignados y que muchas veces derivan en trastornos emocionales severos. Según el estudio científico que mide el impacto global de la pandemia a nivel mundial, se calcula que el contexto epidémico aumentó en 129 millones de casos de ansiedad y depresión en 2020 y que es a mujeres y jóvenes a quienes ha afectado principalmente. Dos tercios de los aumentos de ambos trastornos afectan a las mujeres.

Es imprescindible que se apruebe la primera ley de salud mental para reforzar la atención pública, planes de prevención del suicidio y medidas contra la discriminación.

Sólo de este modo podremos ajustar la respuesta a las necesidades reales de la población y a la realidad social que nos atraviesa y nos deja una huella sanitaria invisible cuando las violencias y las desigualdes son normalizadas.

Fuentes

Global prevalence and burden of depressive and anxiety diorders in 204 countries and territories in 2020 due to the COVID-19 pandemic. The Lancet.

Mujer y Salud Mental. FEAFES Andalucía

Enfermedad mental: el género importa, pero se pasa por alto. CTXT Contexto y Acción.

Mujer y salud mental (infografía) [Confederación Salud Mental España].