El pasado 17 de noviembre, el Espacio de Igualdad Hermanas Mirabal organizó una jornada en la que se analizó de qué manera los medios tratan y difunden los casos de violencia machista y su impacto en la sociedad. El debate se  produjo alrededor de una mesa redonda en la que participaron expertas y profesionales de los medios que analizaron varios casos que han sido noticia durante los últimos años.

Queremos contaros cómo fue la experiencia, lo que aprendimos, lo logrado hasta ahora, las preguntas que se lanzaron y los retos que aún nos esperan a todas y a todos en el futuro más inmediato.

Casos mediáticos: ¿dónde queda la reflexión?

Situaciones como las de Rocío Carrasco contando su experiencia en prime time o los documentales que sobre Nevenka, las niñas de Alcáser o Rocío Wanninkhof que estaban saliendo a la luz, habían puesto sobre la mesa un tema que, además de ser fundamental y de absoluta actualidad, necesitaba seguir siendo reflexionado de la mano de especialistas.

Asistieron como ponentes una escritora y política, una jurista especializada en DD.HH. y una periodista. Beatriz Gimeno, Adilia de las Mercedes y Marisa Kohan nos acompañaron en una tarde, la del 17 de noviembre, en el que unas 80 mujeres abarrotamos (con todas las precauciones) el auditorio del Centro Cultural Espronceda del Barrio de Tetuán.

«Yo te creo»

Estrenamos la mesa redonda escuchando a la presidenta de la Asociación de Mujeres de Guatemala, Adilia de las Mercedes, a la que invitamos conscientes de que no todos los casos de todas las mujeres estaban siendo visibles.  Ella nos contó la campaña Yo te creo, que lanzaron en 2016 en apoyo a Ana, una mujer refugiada víctima de tortura sexual en el transcurso de ser solicitante de asilo en España.

Al hilo de esta experiencia, nos habló del derecho a ser escuchadas sin ser puestas bajo sospecha, ese principio de credibilidad que está en la base, también, del derecho al asilo: la congruencia, coherencia y verosimilitud del relato frente a las pruebas casi imposibles de recopilar. La credibilidad como norma, como horizonte y como categoría a la que dotar de contenido teórico. El valor político y estratégico de creernos entre nosotras, aunque el sistema no lo haga. Y lo excepcional del caso Sepur Zarco en Guatemala, que condenó como crímenes de género la violencia y la esclavitud sexual durante el conflicto armado, como sentencia ejemplar en este sentido.

Adilia cerró su brillante intervención resaltando la importancia del colonialismo como escuela de violencia sobre determinados cuerpos y el expolio como algo que se repite en cuestiones como el extractivismo actual o, aún mucho más cercano, en el hecho de que el movimiento feminista español usó en el caso de la violación de los Sanfermines el mismo lema y la misma estrategia que ellas crearon para Ana sin reconocer ese precedente, esa genealogía.

«Caso Wanninkhof»

Beatriz Gimeno tenía la misión de exponernos lo sucedido cuando, tras el feminicidio de Rocío Wanninkhof en 1999, Dolores Vázquez, ex-pareja de su madre, fue condenada erróneamente por su asesinato. Beatriz hizo una investigación sobre la manera en la que tres periódicos españoles fueron contando la noticia y recogió sus conclusiones en el libro ‘La lesbiana perversa’.

Ante el asombro de todas las presentes, Beatriz fue desgranando cómo los medios construyeron la imagen de asesina de Dolores Vázquez, que llegó a ser condenada por un jurado popular y a ingresar en la cárcel hasta que apareció el verdadero culpable tras cometer otro feminicidio. Y, cómo, pese a no ser nombrada en ningún caso como lesbiana, fue la lesbofobia la que estuvo detrás de los prejuicios que se fueron construyendo durante meses. Por ejemplo, teniendo un físico menudo, se la describía como de complexión fuerte (para justificar que pudiera mover un cadáver); o su entereza y ausencia de llanto era interpretada como dureza y frialdad y era considerada la confirmación de su culpabilidad. Una masculinización intencionada que contribuyó a definir un perfil delincuencial convincente, aún en ausencia total de pruebas concluyentes.

«Caso Infancia Libre»

Si todo esto nos parecía increíble, que toda una sociedad hubiera caído en estos estereotipos con tanta claridad, Marisa Kohan centró su discurso en otro caso, el de violencia vicaria protagonizado por Infancia Libre, del que seguramente, nos advertía, pensaremos algo similar en unos años.

Nuestra invitada, periodista de Público, nos contó cómo los medios han avanzado en algunos aspectos como la visibilidad de las violencias más allá de la sección de Sucesos o la presencia de periodistas feministas con altos grados de compromiso e implicación, pero no tanto en otros.

Hoy en día las informaciones van de un medio a otro como una bola de nieve, muchas veces sin contrastar. Y, pese a todo, sigue habiendo una confianza ciega en los medios, por más absurdo que sea lo que publican. En el caso de Infancia Libre, se habló en casi todos los medios de un grupo homogéneo de mujeres que se unieron para delinquir y no de un grupo de madres, cada una con una historia, que compartían la necesidad de proteger a sus criaturas.

Construyendo la mirada de género en los medios de comunicación

La formación en feminismo y antirracismo en todos los agentes implicados, la construcción de relatos en primera persona, la credibilidad, la memoria, la genealogía o la reparación fueron algunas de las estrategias que, durante un interesante debate final, quedaron en el aire para abordar esta compleja e imprescindible relación entre medios de comunicación y violencia machista. También en el ambiente, al terminar el acto, estaba la satisfacción por lo aprendido y las ganas de seguir encontrando momentos de encuentro y reflexión sobre temas como éste en los que, literalmente, nos va la vida.

Encina Villanueva Lorenzana

Dinamizadora

Co-creadora del proyecto OtrasNosotras sobre arte y feminismo